
Que he aprendido en esta cuarentena?
He aprendido que la vida se puede vivir sin prisa.
He reafirmado el valor inigualable de un abrazo de un beso y de compartir con mis seres más cercanos, momentos de real presencia.
He aprendido que la libertad de andar por cualquier lugar y el aire puro son un privilegio un regalo divino.
He aprendido a tomarme más tiempo que antes para ver en cada ser su valentía ante los obstáculos y ese ser divino que cada uno lleva en su corazón.
He reafirmado que el regalo más grande que Dios nos ha dado es la gran e inagotable capacidad de amar.
Y que ese gran amor siempre debe ir más allá de solo sentir que siempre debe ir con un actuar y no con un omitir o dar por sentado.
Adriana S.
¿Qué he aprendido en esta cuarentena?
Un instante.
Todo es temporal y efímero, a dos meses aproximadamente de haber iniciado la cuarentena podemos mirar claramente como lo único seguro que tenemos viene de adentro de nosotros mismos: el ser, las ganas, la creatividad y la capacidad de rediseñarnos y adaptarnos a los cambios.
Todo lo que se ve dura muy poco y en menos de poco puede desaparecer: lo material, el dinero, las grandes empresas, la vida como la conocíamos.
No es el fin, es el cierre de un ciclo y el inicio de otro, puedo observar como el nivel de consciencia de la mayoría ha ido a un siguiente nivel y consideramos mucho más lo básico y lo esencial, los abrazos, la familia, las sonrisas o las charlas con amigos que duraban horas; podemos comenzar y ahora mucho mejor, con la experiencia y aprendizaje que nos da el hecho de que ahora sabemos que queremos y que ante cualquier evento no esperado podemos salir adelante con lo único que nada, ni nadie nos puede quitar: la capacidad de crear momentos, historias, realidades. Así, parece simple pero en realidad es parte del ser humano y la cuarentena solo nos dijo: “usa tus capacidades, las tienes, reinvéntate”.
El futuro es ahora.
Wender G.
Coach Ontológico.
He aprendido que la vida se puede vivir sin prisa.
He reafirmado el valor inigualable de un abrazo de un beso y de compartir con mis seres más cercanos, momentos de real presencia.
He aprendido que la libertad de andar por cualquier lugar y el aire puro son un privilegio un regalo divino.
He aprendido a tomarme más tiempo que antes para ver en cada ser su valentía ante los obstáculos y ese ser divino que cada uno lleva en su corazón.
He reafirmado que el regalo más grande que Dios nos ha dado es la gran e inagotable capacidad de amar.
Y que ese gran amor siempre debe ir más allá de solo sentir que siempre debe ir con un actuar y no con un omitir o dar por sentado.
Adriana S.
¿Qué he aprendido en esta cuarentena?
Un instante.
Todo es temporal y efímero, a dos meses aproximadamente de haber iniciado la cuarentena podemos mirar claramente como lo único seguro que tenemos viene de adentro de nosotros mismos: el ser, las ganas, la creatividad y la capacidad de rediseñarnos y adaptarnos a los cambios.
Todo lo que se ve dura muy poco y en menos de poco puede desaparecer: lo material, el dinero, las grandes empresas, la vida como la conocíamos.
No es el fin, es el cierre de un ciclo y el inicio de otro, puedo observar como el nivel de consciencia de la mayoría ha ido a un siguiente nivel y consideramos mucho más lo básico y lo esencial, los abrazos, la familia, las sonrisas o las charlas con amigos que duraban horas; podemos comenzar y ahora mucho mejor, con la experiencia y aprendizaje que nos da el hecho de que ahora sabemos que queremos y que ante cualquier evento no esperado podemos salir adelante con lo único que nada, ni nadie nos puede quitar: la capacidad de crear momentos, historias, realidades. Así, parece simple pero en realidad es parte del ser humano y la cuarentena solo nos dijo: “usa tus capacidades, las tienes, reinvéntate”.
El futuro es ahora.
Wender G.
Coach Ontológico.